
Myra, heredera caprichosa, ya había convertido a dos de sus pretendientes en estatuas. Para más inri, los había colocado uno a cada lado de su trono.
-Venga, no te enfades, tenemos una cena pendiente. Eres tan, tan hermosa... Ese vestido realza todo tu ser.
Ella sentía en la cara su mano; por desgracia y sobre su nariz, también el aliento putrefacto del alma atormentada.
Subió la vista hacia arriba. El rostro que se desvanecía por momentos era elegante, bien perfilado. Siguió la mano que la tocaba y admiró sus brazos.
-Para ser un ser intangible, tu aliento, sí se percibe.
-¿Qué quieres? Estoy en el Purgatorio y aquí nos es difícil realizar ciertas tareas.
Con un bufido, la joven bajó la cabeza.
-¡A ver qué me puedes ofrecer! Ponte delante de mí.
El ser dijo que poseía riquezas, pero no capacidad de disfrutarlas. Un país entero, sirvientes...
-¿Y por qué estás en el Purgatorio?
-Porque estoy pagando unas vidas. ¿De dónde crees que conseguí mi fortuna?
-Así, que me darías un Reino entero... -La joven se muestra curiosa-.¿Cómo?
Ve como él muestra una llave en su otra mano.
-Bueno, vale.
Myra hace un gesto y el ser comienza a materializarse, esculpido a capricho. Ella le observa, es como un Dios, pero...
-Dame la llave.
Él, confiado, se la tiende y ella hace otro gesto. Comienza el proceso y el hombre chilla cuando se convierte en piedra.
-Este, lo quiero en mi habitación, al lado de la chimenea - informa a sus súbditos-. Hoy he conseguido tres Reinos. Me voy a acostar. Mañana tengo tres lugares para visitar y el baile durará todo el DIA.
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